Sobre la perfección
A pesar del misterio que rodea a su protagonista, la historia del trazador de círculos muestra unas líneas generales bien definidas y una unidad de propósito casi perfecta. La combinación de estas dos características, en cierto modo opuestas (el misterio y la coherencia), dota a esta biografía de una cualidad extraordinaria: los hechos más sorprendentes parecen necesarios y justos. Todo apunta a un fin, y nada sobra. Queda al recto sentido de la proporción y a la habilidad del narrador la responsabilidad de aprovechar estos elementos para lograr un buen efecto dramático:
No cabe duda de que nuestro protagonista fue un hombre de genio. Ya en sus años de aprendizaje, demostró gran talento. Su fama se extendió pronto desde el círculo de sus condiscípulos a su ciudad natal, y más tarde por toda la comarca. No sólo eran sus círculos los más perfectos. Además, se hizo famoso por la forma de trazarlos. Su paciencia era asombrosa: durante horas y horas se inclinaba sobre su mesa de trabajo, haciendo avanzar la pluma sobre el papel lentamente, con una velocidad extraordinariamente regular, y una tensión constante que se mostraba en su rostro, en su mirada que se fijaba inmutable en el papel. Pronto comenzaron a reunirse grandes muchedumbres que le rodeaban y observaban admiradas su paciente trabajo. El trazador de círculos, sin embargo, jamás dio muestras de notar la presencia de observadores. Sus ojos no se desviaban del papel, su mano no detenía en ningún momento su rotación. Cuando cerraba el círculo, lo miraba largo rato, como absorto. Mucho después de que se hubiera ido el último de los espectadores, salía de su trance, metía su nuevo círculo en el cajón de círculos, se levantaba, se ponía la gabardina (siempre la misma, dicen), y se iba a casa.
Todo ello le auguraba una brillante carrera, que sin embargo, se truncó, de manera un tanto incomprensible. Consideremos la época en la que transcurre la acción: ya se dominaba la técnica de las elipses, las parábolas, las espirales de todo tipo, además de gran variedad de curvas y polígonos. Sin embargo, nuestro protagonista se negó a abandonar sus círculos, y fue quedándose atrás respecto a sus compañeros, que trazaban todo tipo de figuras. El trazador de círculos siguió con la misma mirada fija en el papel, con la misma mano rotatoria y regular, pero la afluencia de visitantes fue mermando, hasta abandonarle por completo.
Durante años, fue totalmente olvidado, hasta que el escándalo de su misterioso suicidio le devolvió la atención del público. ¿Qué sucedió durante estos años? Poco se sabe, pero cabe conjeturar que no varió su rutina, que siguió trazando sus círculos, probablemente cada vez más perfectos. Entonces, llegó de repente la crisis, sin que se conozca la razón. Se ha hablado de que llegó a trazar el círculo perfecto: aunque, dada la calidad de sus últimos trabajos, que fueron descubiertos más tarde, la suposición no parece del todo descabellada, aún no ha aparecido este supuesto último círculo, por lo que no podemos confirmarla. Lo que sigue no es más claro. Algunos autores han afirmado que los últimos años de su vida, el trazador de círculos no realizó ningún trabajo. No nos queda constancia de su rutina diaria en esta época, pero lo imaginan consumiendo sus días inútilmente, encerrado en una casa. Sin embargo, en su tiempo, el pueblo conoció la historia de una forma muy distinta. Una tradición casi olvidada concebía así el final del trazador de círculos. Dicen que, después del círculo perfecto, el personaje de esta narración no se sintió satisfecho. Como siempre, miró el papel durante un buen tiempo. Después lo rasgó en dos pedazos notoriamente desiguales. No era perfecto. Sólo era perfectamente circular. Buscó una salida, y sólo la encontró en el punto. El trastorno que le llevó a su fin, vino de esa nueva búsqueda. Metódicamente, se propuso trazar ese punto ideal que sabía que jamás podría trazar. Fue perfeccionando su técnica, trazó puntos cada vez más finos, más sutiles, y a la vez más cercanos e infinitamente lejanos de su objetivo. Durante años afinó sus puntos, y dicen que en el centro exacto de la nota que dejó tras su suicidio, había un punto minúsculo (aunque también hay quien dice que debía tratarse de una mota de polvo o una salpicadura de la tinta).
No cabe duda de que nuestro protagonista fue un hombre de genio. Ya en sus años de aprendizaje, demostró gran talento. Su fama se extendió pronto desde el círculo de sus condiscípulos a su ciudad natal, y más tarde por toda la comarca. No sólo eran sus círculos los más perfectos. Además, se hizo famoso por la forma de trazarlos. Su paciencia era asombrosa: durante horas y horas se inclinaba sobre su mesa de trabajo, haciendo avanzar la pluma sobre el papel lentamente, con una velocidad extraordinariamente regular, y una tensión constante que se mostraba en su rostro, en su mirada que se fijaba inmutable en el papel. Pronto comenzaron a reunirse grandes muchedumbres que le rodeaban y observaban admiradas su paciente trabajo. El trazador de círculos, sin embargo, jamás dio muestras de notar la presencia de observadores. Sus ojos no se desviaban del papel, su mano no detenía en ningún momento su rotación. Cuando cerraba el círculo, lo miraba largo rato, como absorto. Mucho después de que se hubiera ido el último de los espectadores, salía de su trance, metía su nuevo círculo en el cajón de círculos, se levantaba, se ponía la gabardina (siempre la misma, dicen), y se iba a casa.
Todo ello le auguraba una brillante carrera, que sin embargo, se truncó, de manera un tanto incomprensible. Consideremos la época en la que transcurre la acción: ya se dominaba la técnica de las elipses, las parábolas, las espirales de todo tipo, además de gran variedad de curvas y polígonos. Sin embargo, nuestro protagonista se negó a abandonar sus círculos, y fue quedándose atrás respecto a sus compañeros, que trazaban todo tipo de figuras. El trazador de círculos siguió con la misma mirada fija en el papel, con la misma mano rotatoria y regular, pero la afluencia de visitantes fue mermando, hasta abandonarle por completo.
Durante años, fue totalmente olvidado, hasta que el escándalo de su misterioso suicidio le devolvió la atención del público. ¿Qué sucedió durante estos años? Poco se sabe, pero cabe conjeturar que no varió su rutina, que siguió trazando sus círculos, probablemente cada vez más perfectos. Entonces, llegó de repente la crisis, sin que se conozca la razón. Se ha hablado de que llegó a trazar el círculo perfecto: aunque, dada la calidad de sus últimos trabajos, que fueron descubiertos más tarde, la suposición no parece del todo descabellada, aún no ha aparecido este supuesto último círculo, por lo que no podemos confirmarla. Lo que sigue no es más claro. Algunos autores han afirmado que los últimos años de su vida, el trazador de círculos no realizó ningún trabajo. No nos queda constancia de su rutina diaria en esta época, pero lo imaginan consumiendo sus días inútilmente, encerrado en una casa. Sin embargo, en su tiempo, el pueblo conoció la historia de una forma muy distinta. Una tradición casi olvidada concebía así el final del trazador de círculos. Dicen que, después del círculo perfecto, el personaje de esta narración no se sintió satisfecho. Como siempre, miró el papel durante un buen tiempo. Después lo rasgó en dos pedazos notoriamente desiguales. No era perfecto. Sólo era perfectamente circular. Buscó una salida, y sólo la encontró en el punto. El trastorno que le llevó a su fin, vino de esa nueva búsqueda. Metódicamente, se propuso trazar ese punto ideal que sabía que jamás podría trazar. Fue perfeccionando su técnica, trazó puntos cada vez más finos, más sutiles, y a la vez más cercanos e infinitamente lejanos de su objetivo. Durante años afinó sus puntos, y dicen que en el centro exacto de la nota que dejó tras su suicidio, había un punto minúsculo (aunque también hay quien dice que debía tratarse de una mota de polvo o una salpicadura de la tinta).
8 comentarios
Anónimo -
Ya decía yo que me sonaba -
General Torrijos -
Pakito -
Gracias a los cuatro. Stuffen, esto de la inspiración va por ratos :P pero sí, puede que ultimamente esté inspiradillo, no me quejo ;)
Bueno, he cambiado cuatro cosillas en el texto, en fin, correcciones muy básicas.
Besos y abrazos para repartir :)
pokito -
salud
Stuffen -
Esta vez sí que te has lucido; he encontrado tu texto de lo más original y bien construído.
Enhorabuena.
¿Estás inspirado?
Besotes.
Cerro -
Me ha gustado mucho, es un relato... circular.
kris -
Gracias por compartir estas letras, son mu wenas...
Un beso